En medio de la llanura campiñera,
entre la Meseta y el Ocejón, hay tres montañas, tres pequeños, muy pequeños,
“kilimanjaros” que se alzan sobre los limpios campos de olivo y cereal: el
cerro de Hita, La Muela y El Colmillo.
El nombre de los dos últimos suena a guasa,
pero no tienen otro nombre, así los han llamado desde siempre los vecinos de
estas tierras y los que se asomaban desde el rostro de la meseta, allá en la
Alcarria Alta. Un mosaico geométrico. Una pirámide, un trapecio y un cono. Un
colmillo con su muela y un cerro histórico de cuyo castillo, en la punta,
apenas quedan restos. Acercaos un día a Trijueque y desde el Mirador del Cid,
os podéis asomar y veréis como llevo razón.
Hoy, os propongo una ruta
ascendente acompañada de un puñado de
ilusiones: el ascenso a la Muela de Alarilla, donde el hombre sigue subiendo
para intentar volar. Si medimos desde abajo del cerro, donde se juntan dos ríos
vitales para esta provincia y para la vecina Madrid: el Sorbe y el Henares, La
Muela alcanza los mil metros de altura. Si alzamos la vista, la montaña se alza
como una pared terrosa de difícil acceso, ideal para lanzarse al vacío con
paracaídas, claro está. Hasta allí subieron los primeros pobladores de estas
tierras y en lo más alto construyeron su poblado, al resguardo de los enemigos
y con buenas vistas hacia el horizonte. Hasta allí subiremos nosotros también.
Hoy, La Muela es una conocida
pista de despegue para los aficionados al vuelo libre. Parapentes y alas delta
merodean en torno a la falda de la montaña como los buitres lo hacen ante su
presa, en círculos y sin perder la verticalidad.
Subir hasta la Muela apenas nos
llevará media hora por una pista hormigonada a la que se podría acceder en
coche, pero yo os propongo que lo hagáis andando y disfrutéis del paisaje que
se va abriendo a lo lejos, según ascendemos. No tiene pérdida, el camino
arranca desde la última calle del pueblo, la más alta, y va zigzagueando hasta
alcanzar la cima. Cualquiera puede subir.
Siendo una de las atalayas
naturales más antiguas de la provincia, desde su cumbre se ven, al norte,
Humanes, Tamajón y las estribaciones de la sierra. Al oeste El Colmillo y el valle
del Sorbe en la distancia. Bajo nuestros pies el pueblo de Alarilla, con su
iglesia renacentista en lo más alto.
Si recorremos el perímetro de este balcón y miramos
al sur, veremos el cerro de Hita y la cornisa de la meseta, Trijueque,
Gajanejos y la senda de Rebollosa. Al este, las cárcavas del Henares, que baja
veloz hasta la capital regando una vega fértil donde el ladrillo y las canteras
desplazan a las huertas.
Cuatro puntos cardinales y cuatro paisajes
distintos desde un balcón privilegiado donde una cruz y un monumento recuerdan
a los valientes muertos en su arriesgado deporte. Volar, la asignatura
pendiente del hombre, es mucho más fácil desde La Muela. Sentir el azote del
viento en la cara, dejarse caer y luego flotar mientras el aire tira de las
cuerdas hacia el cielo, debe ser lo más parecido a despegar las alas y jugar
con las corrientes sintiéndose el dueño del espacio. Nosotros no llegaremos a
tanto, pero os aseguro que disfrutaréis viendo media provincia bajo vuestros
pies.
Para comer os aconsejo acercaos a
dos pueblos cercanos: Hita y Humanes. En Hita podéis disfrutar de la cocina
casera, la buena legumbre, el asado y la carne a la parrilla de La posada de
Rosa. Si optáis por ir a Humanes, sin duda Restaurante Meléndez, buen arroz,
buena fabada y buen pescado.
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