La de hoy es una ruta singular y
mixta. Singular porque una parte de su recorrido transcurre bajo tierra. Mixta
porque para completarla es necesario coger el coche entre paseo y paseo. Nos
vamos a acercar hoy a Villanueva de Alcorón. Allí recorreremos su dehesa y
visitaremos una de sus simas. Y digo una, porque en el entorno, verdadero
paraíso para los espeleólogos, hay contabilizadas unas 60 cavidades que se
adentran en las profundidades de la tierra.
Villanueva de Alcorón se
encuentra a una hora de distancia en coche desde Guadalajara. Se puede ir por
Trillo o por Alcocer. Yo recomiendo este segundo itinerario porque es más
corto. Antes de llegar a Villanueva, entre el kilómetro 41 y 42 de la carretera
CM2015 hay que detener el coche y parar junto a unas lagunas que tenemos a nuestra derecha.
Aquí comenzaremos nuestra ruta.
Tras dar una vuelta alrededor de las lagunas, seguiremos un sendero
perfectamente señalizado que nos adentra en la dehesa. En las charcas vemos una
gran variedad de aves acuáticas que armonizan su deslizamiento sobre el agua
con delicados movimientos, al compás del monótono croar de las ranas. Es una
original réplica del lago de los cisnes. Estas lagunas se formaron hace años de
manera natural, pero con la ayuda del hombre, que profundizó en este paraje en
busca de caolín, se encontró un permanente chorro de agua.
El sendero es circular y llano.
En su primer tramo coincide con el camino que lleva a un viejo vivero forestal.
Junto a las lagunas encontramos un pozo singular, en forma de bóveda, conocido
como el Pozo del Soto. El paseo se adentra luego en un bosque mixto de pino
albar y quejigo. Es un paseo hermoso, tranquilo, muy relajante, en el que se
van combinando el bosque y la paramera de manera armónica.
Completar el círculo nos llevará
una hora y media aproximadamente, aunque siempre queda la posibilidad de volver
sobre nuestros pasos si estamos cansados. No hay fuentes, aunque si pueden
verse abrevaderos para animales y numerosas charcas naturales. De regreso a las
lagunas tomaremos el coche y la carretera, pasaremos de largo el pueblo de
Villanueva de Alcorón, que recomiendo visitar a la vuelta, y a unos 4,5
kilómetros en dirección a Peñalén, a mano izquierda, un monolito de piedra nos
avisa de que cojamos el camino si queremos ir a la sima.
Nada más entrar en el pinar vemos
un refugio y un recinto vallado pero accesible que nos señaliza la entrada de
la cueva. Un consejo: antes de adentrarnos a los infiernos, coger una linterna
y abrigaros. A Pedro Botero se le ha apagado la hoguera y no tiene intención de
volver a encenderla.
Esta sima es la única que está
adaptada para la visita, el resto están reservadas para expertos. Una escalera
nos baja a una primera sala circular de 22 metros de diámetro y 15 metros de
altura. Nada más entrar, impresiona el cambio de temperatura y la agresión que
el agua ha producido en la roca durante siglos de insistencia. Otras escaleras,
encajadas entre las rocas caídas del techo, nos conducen hasta los 62 metros de
profundidad donde una pequeña represa recoge el agua helada que cae de una cascada.
Abajo no hay luz, sólo silencio y
el ruido de las gotas de agua que golpean la piedra. El resto lo iremos
adivinando a medida que movamos el haz de la linterna. Los diferentes colores con
los que los metales que transporta el agua han ido impregnando la roca, forman
parte del espectáculo. Y ahora toca subir. Tomarlo con paciencia y con las
necesarias paradas, que nos servirán para observar en toda su magnitud esta
filigrana de la naturaleza. ¿Para comer? En el bar La Pilarica de Villanueva
dan platos combinados y bocadillos. En Poveda y en Zaorejas hay restaurantes de
comida casera, sencilla pero con buena materia prima.
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