Por Millana
sale el sol
y en Pareja
dan los rayos,
y en el
pueblo de Alcocer
los
claveles encarnados.
Con
esta copla comencé el pasado mes de septiembre el pregón de las fiestas
patronales de Alcocer que tuve el honor de dictar. Fue una experiencia
irrepetible, entre otras razones porque pude recorrer las calles y los
alrededores de este pueblo rayano con Cuenca, disfrutar de la hospitalidad de
sus gentes y presenciar el amplio valle conocido como la Hoya del Infantado,
que se extiende por ambas orillas del río Guadiela.
En
aquellas palabras halagaba los oídos de los alcocereños, con justicia, diciéndoles que los
vecinos de los pueblos aledaños les tenían envidia porque
todo lo hacían a lo grande, y no me faltaba razón. “Os ponéis a hacer una iglesia y os sale una catedral. Contratáis
a un maestro cantero para construirla y aparecen 19 que dejan su firma. A uno de
vosotros se le ocurrió poner un reloj de sol en la iglesia y tenéis una docena.
Construís una plaza de toros y parece un circo romano. Y no te digo nada si
pides en Casa Goyo un San Jacobo o un Flan…Ya digo, todo a lo grande. Estoy
seguro de que la vuestra es la Hoya más grande del mundo, en la que más gachas
caben, la Hoya del Infantado. Por eso os tienen envidia y os sacaron aquello de
“En Alcocer ni mula ni mujer”, por pura envidia”.
Aproveché la ocasión para recordar a doña Mayor Guillén,
la que fuera amante de Alfonso X y mentora de la construcción de su iglesia. Y
a la Virgen del Espinar, patrona del pueblo, cuya ermita nos permitirá hacer
una pequeña ruta de máximo interés.
Me he permitido retomar las palabras de aquel
pregón para animaros a que vayáis a Alcocer. Llegar hasta allí supone una hora
en coche desde Guadalajara.
Al llegar veréis que su iglesia es un espectáculo,
tenéis que entrar. Se la conoce como la catedral de la Alcarria y no es un
farol. Su torre es gótica, preciosa, sencilla y compleja al mismo tiempo. En
sus paredes hay restos de varios estilos, numerosos relojes de sol, la figura
de un pelícano que tiene su historia, una imagen de la Virgen del Tremedal y un
Sansón sujetando las columnas. Tras el altar hay una preciosa girola. Recorredla,
que os la enseñen, es un mar de sorpresas.
Alcocer fue una villa importante en la Edad
Media y no dejó de serlo en época de los Mendoza. Sus casas, algunas con
grandes escudos y arcos de piedra en sus fachadas, dan fe de ello. A un
kilómetro escaso del pueblo está la ermita, un rincón agradable y protegido que invita al paseo. Acercaos hasta
allí, y si no, hacedlo por la Hoya, camino del río y del viejo cerro donde se
alzó en tiempos una fortaleza que vigilaba el valle. Es la mejor manera de
empaparos de esta Alcarria del sur, tan sosegada, tan plácida, a la que desde
hace años se acercan miles de personas atraídos por otra gran virtud de
Alcocer: su gastronomía.
Decir Alcocer es hablar de Casa Goyo. El
principal reclamo de este restaurante, lo que ha corrido de boca en boca por la
Alcarria y sus confines, es la generosidad de sus platos. Ofrece raciones para
compartir. Mencionaba antes el San Jacobo o el flan, pero sucede lo mismo con
las sardinas, el entrecot o el solomillo. Pero cuidado, que nadie se engañe,
Casa Goyo es también sinónimo de calidad. Sin perder su seña de identidad, que
todo el mundo ya conoce y a la hora de pedir obra en consecuencia, su éxito se
basa también en que su materia prima no defrauda. Sus platos de cocina casera, ¡madre
mía qué torreznos!, y su repostería son muy buenas, incluso mejores, y me vais
a permitir que os recomiende su atún o bonito, según las veces, en escabeche.
Casi me hace llorar, no porque el vinagre estuviera fuerte, sino por su calidad.
¡Inmejorable!.
Las manos de la señora Antonia, alma mater de este negocio, son una bendición para los fogones.
Tuve ocasión de dormir en su hotel
rural, ubicado en medio del pueblo, una casa decorada con gusto, también
recomendable, me levanté temprano y probamos unas magdalenas y una tostada de
pan recién cocho, de chuparse los dedos. Porque además os tengo que hacer otra
recomendación: no os vayáis de Alcocer sin visitar el horno de pan y comprar
alguno de los productos artesanos. Vamos, que Alcocer bien merece una vista.
Carlos Castro Écija, el concejal que fue tu guía y pudo hablar y explicarte nuestras cosas,.
ResponderEliminarGracias en nombre de mis paisanos por este reportaje.