Hay dos maneras de ir andando desde Valdesotos hasta
Tortuero. La primera atraviesa una senda que nace en la parte alta del pueblo,
detrás de la iglesia, y se cuela entre dos cerros. Y la segunda sale del mismo
sitio y camina paralela al arroyo del
Palancar, para luego cruzarle hasta en cinco ocasiones y adentrarse en un
apacible pinar.
Como habéis comprobado, la ruta que hoy os propongo se
adentra en tierras rayanas con Madrid, bañadas por el río Jarama y sus
generosos afluentes, al menos este año.
A Valdesotos se llega por carretera desde Puebla de Valles,
localidad a la que accedemos desde un cruce de la carretera de Tamajón. Estamos
hablando de 40 minutos desde Guadalajara. Antes de llegar al pueblo, a mano
izquierda, está el puente medieval incrustado entre las rocas, del que ya hemos
hablado en alguna ocasión y que sirvió en su día para el rodaje de algunas
películas. El pueblo está unos 3 kilómetros siguiendo la carretera. Os aconsejo
coger de nuevo el coche y dejarlo en una explanada preparada para el
esparcimiento junto al río Jarama, en la parte baja del pueblo.
Valdesotos es un pueblo empinado, modesto, en el que todavía
pueden verse algunos restos de la arquitectura de pizarra. Su iglesia es pequeña
con una torre roma y una vieja campana y se sitúa en la parte alta del pueblo,
desde donde parte nuestra ruta.
De los dos caminos que insinuaba al principio, tomaremos el
más largo, el que camina junto al arroyo Palancar. Es una ruta cómoda y con buen
firme que nos llevará hasta Tortuero en una hora y media de caminata. Tened en
cuenta que luego hay que volver por el mismo camino o por el que no hemos
tomado, algo más corto pero menos agradecido, paisajísticamente hablando. En
Tortuero nos indican sin pérdida.
No es fácil encontrar una ruta en la que durante más de media
hora no dejemos de escuchar el agua. La sensación es agradable y relajante, los
árabes ya supieron de las propiedades curativas para el espíritu de este sonido
monótono, que acaba pasando inadvertido sin dejar de estar presente.
Hasta que bajamos desde el pueblo hasta el arroyo, caminamos
por la ladera de la montaña. El río está a nuestra derecha. Encajonado entre
rocas, baja sonoro y bravío tras las nieves de este invierno. La mano del
hombre ha levantado una pequeña presa que aporta un tinte entre verde y azul en
el paisaje ennegrecido por la pizarra.
Al bajar al valle, el arroyo comienza a zigzaguear y tenemos
que vadearle hasta en cinco ocasiones, sin problemas. Después, el camino se
introduce a mano izquierda en un pinar. El último incendio ha dejado una huella
aún perceptible y abundan las calvas cenicientas de aspecto casi lunar, entre
las motas de pinos.
Siempre tomando al pista de la izquierda, amplia y sombreada,
nos dirigimos hacia Tortuero. Si tuviésemos que ir por carretera tendríamos que
hacer más de 15 kilómetros salvando montañas. De esta manera apenas hemos
recorrido la mitad.
Tortuero tiene un puente medieval que en la zona le conocen
como puente romano, seguramente porque se construiría sobre otro anterior. El
arroyo que baña el pueblo es el Concha y los vecinos han construido una piscina
natural, sorprendentemente pintada de azul, en el curso del río. Tortuero es un
pueblo silencioso y sencillo donde ponemos fin a nuestra ruta.
Al regresar a Valdesotos os recomiendo que os toméis unos
torreznos en el Bar el Chorro. Manir Carmen y Mariano tienen también un buen chorizo y lomo de olla,
huevos fritos de gallina de corral y morcilla de matanza. Si llamas por
teléfono (606 243 656) preparan un rico arroz de encargo. Tienen buena mano.
Enhorabuena pedro y gracias por divulgar esta preciosa ruta que he hecho en algunas ocasiones. Te ha faltado comentar las minas de carbón, la casa del capataz y el crimen horrendo. Un abrazo
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