Alrededor de Sigüenza hay un
ramillete de pueblos que no desmerecen en nada a la ciudad mitrada, ahora sin
mitra. Son pequeñas aldeas que apenas tienen habitantes pero que conservan
alguna joya arquitectónica, algún vestigio de arte medieval, o incluso anterior,
que merece la pena ser visitado. Son muchos, más de veinte, pero hoy nos vamos
a centrar en dos: Palazuelos y Carabias.
El viajero se encuentra con ellos
una vez se alcanza el llano por la carretera que conduce por el oeste hasta
Atienza. La verdad es que esta carretera no tiene desperdicio. A izquierda y
derecha aparecen cruces que indican localidades de nombres evocadores: Pozancos,
Guijosa, Carabias, Imón, tomaremos el primero de ellos a mano izquierda y nos
acercaremos hasta Palazuelos.
Palazuelos es el único pueblo
cuyo recinto urbano está casi todo él amurallado. Es la “pequeña Ávila” guadalajareña.
Al municipio se accede por una de las puertas con arcada que desemboca en una
plaza amplia con picota y fuente. Allí os recomiendo que dejéis el coche e
iniciéis un interesante recorrido a pie.
La visita a Palazuelos debe
hacerse por dentro y por fuera del recinto que forma la muralla. Por dentro
veremos su arquitectura popular, su iglesia y la fuente de los siete caños. En
un recorrido lento apreciaremos detalles en las fachadas, rincones serranos que
nos evocan la Edad Media y respiraremos el sosiego de un pueblo ensimismado.
En cualquier momento debemos
salir por una de las puertas de la muralla y seguir la senda que circunda la
fortificación. Los muros son altos, de más de seis metros y todavía conservan
la robustez de antaño. La hiedra, los pequeños tragaluces y los escudos adornan
esta sólida pared de piedra única en nuestra provincia.
Cuando hayamos recorrido unos
300º aproximadamente de esta falsa circunferencia, la muralla se acaba y un
camino que roza el cementerio nos conduce hacia Carabias. A la derecha veremos
el castillo, de formas redondeadas, coronado por una construcción moderna donde
habita, de vez en cuando, su actual dueño. Según avanzamos por la senda, si
volvemos la vista atrás, veremos la hermosa estampa del pueblo de Palazuelos
extendido en la llanura seguntina. Abajo, en la carretera una ermita con dos
puertas en arcada y un pórtico de columnas hecho de piedras rosáceas.
En menos de una hora hemos
recorrido a pie el trayecto que separa los dos pueblos. Caminamos siempre por
una ladera de monte bajo con excelentes vistas a la llanura seguntina, por la
que el Cid cruzó camino de Valencia.
Carabias es un pueblo subido en
una loma, pequeño y aireado que recibe al caminante con un pórtico románico que
deja sin respiración. Esta joya del arte medieval estuvo enterrada durante
siglos y casi por azar apareció para sorprender a todos. Pocas iglesias en
nuestra provincia aúnan la compleja sencillez de esta columnata en forma de “L”,
con 19 arcos que flanquean las dos puertas de entrada al templo.
Tras extasiarnos en la
contemplación de la iglesia desde todos los puntos de vista posibles, incluido
el de la parte superior de la plaza, os aconsejo que recorráis el pueblo. No
tiene nada especial, es un pueblo de calles tortuosas, con sus cuestas, sus
eras, sus casas arregladas y sin arreglar, sus heladas fuentes, sus pequeños
huertos y sus vistas a la sierra, esa es su grandeza.
En Carabias hay un hotel rural
con spa de nombre Cardamomo, que tiene un restaurante Ciro y Lola donde se
come, según dicen, buena carne a la brasa y un excelente carpaccio de ternera
con trufa. No he podido comprobarlo porque cierra en pleno invierno durante
algunos meses y siempre queda la duda de que vuelva a abrir. El sitio es
estupendo y espero que resista el envite de la crisis. Si está abierto, os
aconsejo que comáis y después emprendáis el camino de regreso a Palazuelos. Es
menos de una hora de paseo saludable que viene bien para bajar la comida. ¡Ah,
se me olvidaba! Si estuviese cerrado el restaurante de Carabias, tenéis a las afueras de Palazuelos, junto a la
carretera, La Cabaña, un local del que
hablamos aquí hace quince días y en Sigüenza una oferta amplia y segura. Os
dejo dos propuestas: Restaurante Sánchez, comida casera pero de altura; y el
templo gastronómico de la sierra: Restaurante El Doncel, cocina elaborada para
paladares más exquisitos. ¡Buen provecho!
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