miércoles, 29 de mayo de 2013

Las natillas de Jesús y los frailes del Reato

Hay dos tópicos  sobre Guadalajara que, por más que pase el tiempo, no dejan de ser menos ciertos. El primero es que nuestra provincia es una gran desconocida. Ayer mismo en Madrid, mi profesor de Grafología, Allen diría mi psicoanalista, se lamentaba de lo poco que conocían los madrileños Guadalajara, “ ¡estando tan cerca!”, suspiraba. Y lo hacía él, que viaja con frecuencia a Zaragoza en coche, asombrándose ante una foto del castillo de Torija. ¡Una foto del monumento más visto de la Alcarria! ¡Pero si hay que cerrar los ojos o mirar para otro lado para no verlo cuando circulas por la autovía!
El segundo de los topicazos, tan reales como que la Alcarria es un país al que a la gente no le da la gana ir, ni mirar, es que el paisaje que se ve a ambos lados de la carretera que une Madrid con Barcelona, salvo la excepción antes citada, engaña al futuro turista. Sin desmerecer al  espectacular Mirador del Cid de Trijueque, al que dedicaremos su tiempo,  o a las iglesias de Algora y Alcolea del Pinar, es una verdad como un templo asegurar que hay que dejar la autovía, a mano izquierda o derecha,  para descubrir la verdadera Guadalajara y encontrarnos paisajes como éste:


Luchar contra los tópicos ciertos es como sembrar en barbecho, por eso insisto este miércoles en recomendar una ruta que naciendo de la A2, como la de la semana pasada, la deja  a un lado, en concreto en el kilómetro 107. Allí tomaremos la salida que nos indica a Las Inviernas y antes de llegar al pueblo, cuando llevamos circulando diez minutos, nos desviamos a El Sotillo, localidad que se encuentra a tiro de piedra y donde vamos en busca de unos frailes muy particulares. En el Sotillo hay buena gente, una iglesia, varias huertas y una fuente con seis caños y un sobrante hecho de piedra que representa la cabeza de un perro, un choto o un cordero.


 En la fuente nos indican que siguiendo la calle abajo, a menos de media hora andando, siempre por el camino de la izquierda,  están los frailes, “enseguida se ven”. Hacemos caso a una paisana servicial y atenta que pasea junto a un perro y echamos calle abajo por el arroyo del Reato, sabedores de que vamos a asistir a uno de los espectáculos calcáreos más sugerentes de Guadalajara: el conjunto rocoso de “Los frailes”.
El arroyo del Reato, que a pesar de las lluvias se muestra casi seco, nos enfila a un barranco cada vez más cerrado que dibuja extrañas figuras en las paredes.


Estamos ya en la cola del pantano de la Tajera y el suelo se vuelve cenagoso. No tenemos más remedio que recogernos en una de las sendas que avanzan junto a la ladera. A la vuelta de uno de los meandros que en su día dio forma al arroyo, nos encontramos con los frailes. ¡Un espectáculo único! Una enorme sucesión de “peinetas” de más de 30 metros de altura, caprichos de la naturaleza labrados en piedra que nos asemejan diferentes figuras. Destacan unos frailes de los de El Greco, altos y delgados como agujas, con sus sayales, con su capucha cubriéndoles la cabeza, que caminan juntos, en oración, como si rezasen el rosario alrededor del claustro de un convento.

Pero no están solos, los monjes  comparten espacio con un hombre  sentado sobre las rocas, que disfruta mirando ensimismado el horizonte, y de una madre que parece aconsejar a su hija, con la mano apoyada en el hombro. Un mural que deja libre la imaginación, que se presta a la fantasía y la literatura y se muestra nítido sobre una enorme pared azul.


De tanto mirar al cielo no nos hemos dado cuenta de que por el suelo se acerca ya el agua del Tajuña que, entre curioso y tímido, sortea los recovecos del barranco. Viajar y andar por la Alcarria, la Campiña o las Serranías de Guadalajara tiene estas recompensas. Pero hoy no nos vamos a conformar con este descubrimiento.


Vamos a volver al pueblo, cogeremos  el coche y nos iremos  por  la misma carretera por la que hemos llegado hasta  el cruce que indica a Torrecuadrada, lo tomaremos, y antes de llegar al pueblo, cogeremos una pista de tierra que, ancha y sugerente, sale de una curva a mano derecha, no tiene pérdida. El camino, en buen estado, que nos permite circular con el coche, nos acercará hasta la ermita de Nuestra Señora de Aranz.
¡Otra sorpresa! Como en una isla en medio del pantano, la ermita del siglo XIII, una joya popular y humilde, parece haberse librado de las aguas de puro milagro.  Una senda nos acerca a la ermita. Una vez  allí nos llaman la atención los dos gruesos pilares que sujetan el pórtico y la rudeza de los muros del templo.  Estamos ante una muestra del románico rural más rural y ante un paisaje, en su mayoría labrado por la mano del hombre,  que ha sabido conservar la esencia de una comarca, la Alcarria, donde el romero, el quejigo y los enebros comparten espacio con la piedra, el agua y el silencio.




Podríamos quedarnos junto a la ermita toda una vida, exagerando un poco, pero  el hambre ya está llamando a la puerta y además tenemos la sensación de haber aprovechado bien la mañana. Es hora de acercarnos hasta el restaurante Las Vegas, en Masegoso del Tajuña, a veinte minutos en coche, junto a la carretera.

Allí nos esperan Ana y Jesús, dos veteranos restauradores de la zona, que desde hace más de veinte años ofrecen en su casa una cocina casera, de calidad y a buen precio. Espárragos y verdura de temporada, caza y setas cuando es su fecha, una buena miloja de morcilla, cordero o queso de la Alcarria, y unas natillas, ¡unas natillas para golosos!, que por sí mismas harán que volváis, os lo aseguro.


 Ah! Se me olvidaba, para el invierno Jesús tiene, junto al comedor, un salón con chimenea acondicionado  para veinte comensales que invita a echarse una buena tertulia frente al fuego, como las de antes. ¡Alguna me tengo echada junto a Manu, Pepe y Raúl, tres buenos amigos. ¡Buen provecho!


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11 comentarios:

  1. Despues de leer esto solo me quedan ganas de ver los frailecillos y perderme por Las Inviernas. Este puente ya se donde voy a ir.
    Toda la vida en Guadalajara y cuanto debo desconocer. Gracias Pedro por este estupendo blog. No desmayes y muestranos mas cosas. JJ

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    1. JJ gracias por tu comentario y por tantas otras cosas. Un abrazo.

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  2. Bien escrito, con conocimiento y sentimiento. Realmente invita a viajar. Enhorabuena. Isabel E.

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  3. Todo un descubrimiento. Y el blog también. Estaré pendiente de él.

    Mª José Olivares

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    1. Gracias, ya sabes, todas las semanas habrá una recomendación. Me alegra saber de ti.

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  4. Hace años q Agustín lleva detrás de mí para enseñarme y descubrir esos parajes de su pueblo. Él es un enamorado de El Sotillo y de su mujer Aurora, una pareja encantadora de cuya amistad me precio. Seguro q tú también, amigo Pedro. Después de haberte leído y disfrutado, no estoy dispuesto a dilatar más tiempo la visita. Maldito urbanita recalcitrante!! Así q un día de estos me allego a ese vergel. Gracias x ponerlo tan cerca y tan fácil, torijano. Ah, y enhorabuena por el blog. Desde hoy, cita obligada todas las semanas. No seré yo quién te descubra a estas alturas. Un abrazo. MINO

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  5. Querido Pedro no nos hagas la competencia ...... esto es una visión más reducida de nuestro programa "Un país para comérselo".

    Un abrazo,
    Juan e Inmanól

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  6. Enhorabuena por el blog Pedro, una gozada disfrutar de tu prosa y de esas estupendas fotos, nuestra provincia tiene lugares maravillosos para ser contados por las personas que de verdad los vivimos.

    Un abrazo

    Joaquín

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  7. Sí señor. Caminos y tabernas. ¿Hay algo más?. Quizás, pero accesorio, si se recorren los primeros y se frecuentan las segundas con la compañía adecuada. Pocos conocen como tú los de esta tierra. En algunos he tenido (y tendré) la suerte de acompañarte en la vida real. Te acompañaré en el resto a través de esta fiesta virtual que nos regalas cada semana. Gracias hermano.

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  8. Muchas gracias, Pedro, por compartir estas estupendas rutas de nuestra tierra. Esta, particularmente, me ha encantado. La he hecho varias veces con distintas personas, la última hace unos días. Gracias también por recomendar el restaurante de mi pueblo, Masegoso.
    Hace unos años compartí camino contigo, el tramo de Brihuega a Masegoso del viaje a La Alcarria y después comimos migas en la plaza de Masegoso. También fue un día de "Andar y comer por La Alcarria".
    Besos.
    Pilar

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