En Guadalajara tenemos una playa de agua salada. No me
refiero al “Mar de Castilla”, nombre algo “pop”, por no decir hortera, con el
que se bautizó en los años 70 a los embalses de Entrepeñas y Buendía en Sacedón.
Hablo de un paraje más que recomendable situado en plena sierra, entre Siguënza
y Atienza, concretamente en el término municipal de Riofrío del Llano, en la
pedanía de Santamera.
En Guadalajara casi todo el mundo ha oído hablar de El Atance.
Su iglesia fue desmontada piedra a piedra y trasladada a un barrio nuevo de
Guadalajara. El pueblo fue anegado por un pantano y, en recompensa, le pusieron
su nombre. Lo más triste de todo es que nadie sabe para qué se hizo este
embalse. Sus aguas no son aptas para beber porque pertenecen al río Salado, y
el nombre ya nos da una pista. Y en cuanto al riego, no existe en decenas de
kilómetros a la redonda ningún desarrollo de cultivo en regadío. Vamos, que se
cargaron un pueblo, que aunque casi ya deshabitado tenía su historia y su alma,
y dejaron a los que allí nacieron sin referente por el capricho de vaya usted a
saber quién.
La ruta de hoy transcurre entre Santamera y la cola del
pantano de El Atance. Un recorrido de poco más de dos horas, ida y vuelta, en
el que iremos acompañados de los buitres que anidan entre las piedras que
flanquean el paso del río, que baja rumbo a su tumba. Para llegar hasta el
pueblo recomiendo el camino menos rápido, es decir, la carretera que desde
Baides pasa por Viana de Jadraque, Huérmeces del Cerro y desde allí a Riofrío y
Santamera. Si me hacéis caso disfrutaréis, sin salir del coche, de una ruta
preciosa que os dispondrá para lo que viene después. Por cierto, antes de
entrar en Huérmeces encontraréis un
letrero que avisa de una fuente romana, parad y echad un vistazo.
En Santamera viven cinco personas, pero cada vez son más los
que acuden los fines de semana para pasear por los barrancos del río o para
hacer escalada. El camino sale al final del pueblo y avanza siempre dejando el
río a mano derecha, hasta pasar por las
inmediaciones del cementerio y salir junto a unas rocas desgastadas por la
erosión del agua que irán, poco a poco, ganando terreno al camino. Si miramos
al cielo veremos las buitreras y escucharemos el graznido de las crías de los
buitres leonados.
Una vez hemos andado algo más de diez minutos, cruzaremos el
río en un vado marcado por piedras, que si el cauce no baja muy potente, nos
permite atravesar sin mojarnos los pies. A partir de ese momento, caminaremos
aguas abajo con el río a nuestra izquierda, entre un cañón de piedras rojizas y
blancas por un camino flanqueado por pequeños álamos que apenas dejan pasar el
sol.
No hay prisa, parad, mirad arriba y abajo, a derecha y a izquierda, haced fotos, incluso acercaos a la orilla y disfrutad con la enorme variedad de plantas, árboles y arbustos que pueblan la ribera. No voy a enumerar sus nombres, son muchos y este blog no es una enciclopedia, pero esta ruta con la que terminamos esta temporada es un abanico de sorpresas.
Y para no dejar de sorprenderos hoy, no propongo un
restaurante en Santamera, porque no hay ni bar, ni siquiera os aconsejo ir a
Atienza, Sigüenza o Imón, que están relativamente cerca. Si disponéis de tiempo
acercaos a Campisábalos. Supone media
hora más de coche, pero disfrutaréis de una comida excelente en el Restaurante
El Mensario. Después, podéis aprovechar la sobremesa para recorrer el Centro de
Interpretación.
Hace un año se abrió al público esta interesante apuesta de
turismo rural en la que se combinan la gastronomía, el alojamiento y la
promoción en un solo edificio, de piedra y bien construido, en torno al pueblo
de Campisábalos, la sierra y el famoso Mensuario de la capilla de san
Galindo. Una buena idea que sin embargo
está teniendo algunos problemas, no por falta de público, ni de profesionalidad
de quienes lo regentan, sino por la calefacción que, según parece, debe de
arreglar el Ayuntamiento y no lo hace. Esperemos que lo haga antes de que estos
emprendedores, de los que tan necesitados está el mundo rural, se cansen y se
vayan a otro sitio. Cuitas aparte, os recomiendo la carne a la brasa, da igual
el animal, el rabo de toro, espectacular, las abundantes ensaladas, los garbanzos con bacalao y los postres
caseros y ricos. Hay menú del día pero, podéis estar tranquilos, la relación
calidad precio de la carta os va a sorprender muy gratamente.
Nos vemos a la vuelta del verano, allá por el mes de
septiembre, buen verano y aprovechad para haced las rutas que os hayáis perdido
esta temporada, Guadalajara sí que es diferente.
Hola.
ResponderEliminarTomamos nota para hacer esta ruta a la que le tenemos ganas hace ya bastante tiempo. Prometo comentarios de la experiencia.
Después de leer la entrada completa me atrevo a sugerir un restaurante magnifico, se llama Yafragua y está en Sienes, entre en un desvío que hay en la carretera que une Sigüenza con Atienza, antes de llegar a Imón en dirección a Riba de Santiuste.
Puedo asegurar que es un lugar sin igual, atendido por sus dos propietarios con mimo tanto en el servicio como en la elaboración de los platos.
Bueno, ahí queda el dato.
Un saludo.
Iré a ver este lugar
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ResponderEliminarHola,
ResponderEliminarEstoy leyendo su escrito. Me remueve mucho lo de los pantanos, obras firmadas desde despachos.
Hay existencia de derribo de diques de pantanos y presas, liberando los ríos? Hay alguna propuesta en algún momento de la Historia contemporánea, a nivel político, que haya apuntado en esa dirección?
Gracias por el artículo,
Saludos