martes, 7 de octubre de 2014

La gozosa desmesura de Alcocer


Por Millana sale el sol
y en Pareja dan los rayos,
y en el pueblo de Alcocer
los claveles encarnados.

Con esta copla comencé el pasado mes de septiembre el pregón de las fiestas patronales de Alcocer que tuve el honor de dictar. Fue una experiencia irrepetible, entre otras razones porque pude recorrer las calles y los alrededores de este pueblo rayano con Cuenca, disfrutar de la hospitalidad de sus gentes y presenciar el amplio valle conocido como la Hoya del Infantado, que se extiende por ambas orillas del río Guadiela.




En aquellas palabras halagaba los oídos de los alcocereños, con justicia, diciéndoles que los vecinos de los pueblos aledaños les tenían envidia  porque  todo lo hacían a lo grande, y no me faltaba razón. “Os ponéis a hacer  una iglesia y os sale una catedral. Contratáis a un maestro cantero para construirla y aparecen 19 que dejan su firma. A uno de vosotros se le ocurrió poner un reloj de sol en la iglesia y tenéis una docena. Construís una plaza de toros y parece un circo romano. Y no te digo nada si pides en Casa Goyo un San Jacobo o un Flan…Ya digo, todo a lo grande. Estoy seguro de que la vuestra es la Hoya más grande del mundo, en la que más gachas caben, la Hoya del Infantado. Por eso os tienen envidia y os sacaron aquello de “En Alcocer ni mula ni mujer”, por pura envidia”.




Aproveché  la ocasión para recordar a doña Mayor Guillén, la que fuera amante de Alfonso X y mentora de la construcción de su iglesia. Y a la Virgen del Espinar, patrona del pueblo, cuya ermita nos permitirá hacer una pequeña ruta de máximo interés.
Me he permitido retomar las palabras de aquel pregón para animaros a que vayáis a Alcocer. Llegar hasta allí supone una hora en coche desde Guadalajara.






Al llegar veréis que su iglesia es un espectáculo, tenéis que entrar. Se la conoce como la catedral de la Alcarria y no es un farol. Su torre es gótica, preciosa, sencilla y compleja al mismo tiempo. En sus paredes hay restos de varios estilos, numerosos relojes de sol, la figura de un pelícano que tiene su historia, una imagen de la Virgen del Tremedal y un Sansón sujetando las columnas. Tras el altar hay una preciosa girola. Recorredla, que os la enseñen, es un mar de sorpresas.





Alcocer fue una villa importante en la Edad Media y no dejó de serlo en época de los Mendoza. Sus casas, algunas con grandes escudos y arcos de piedra en sus fachadas, dan fe de ello. A un kilómetro escaso del pueblo está la ermita, un rincón agradable y  protegido que invita al paseo. Acercaos hasta allí, y si no, hacedlo por la Hoya, camino del río y del viejo cerro donde se alzó en tiempos una fortaleza que vigilaba el valle. Es la mejor manera de empaparos de esta Alcarria del sur, tan sosegada, tan plácida, a la que desde hace años se acercan miles de personas atraídos por otra gran virtud de Alcocer: su gastronomía.






Decir Alcocer es hablar de Casa Goyo. El principal reclamo de este restaurante, lo que ha corrido de boca en boca por la Alcarria y sus confines, es la generosidad de sus platos. Ofrece raciones para compartir. Mencionaba antes el San Jacobo o el flan, pero sucede lo mismo con las sardinas, el entrecot o el solomillo. Pero cuidado, que nadie se engañe, Casa Goyo es también sinónimo de calidad. Sin perder su seña de identidad, que todo el mundo ya conoce y a la hora de pedir obra en consecuencia, su éxito se basa también en que su materia prima no defrauda. Sus platos de cocina casera, ¡madre mía qué torreznos!, y su repostería son muy buenas, incluso mejores, y me vais a permitir que os recomiende su atún o bonito, según las veces, en escabeche. Casi me hace llorar, no porque el vinagre estuviera fuerte, sino por su calidad. ¡Inmejorable!.




 Las manos de la señora Antonia, alma mater de este negocio, son una bendición para los fogones. Tuve  ocasión de dormir en su hotel rural, ubicado en medio del pueblo, una casa decorada con gusto, también recomendable, me levanté temprano y probamos unas magdalenas y una tostada de pan recién cocho, de chuparse los dedos. Porque además os tengo que hacer otra recomendación: no os vayáis de Alcocer sin visitar el horno de pan y comprar alguno de los productos artesanos. Vamos, que Alcocer bien merece una vista.

1 comentario:

  1. Carlos Castro Écija, el concejal que fue tu guía y pudo hablar y explicarte nuestras cosas,.
    Gracias en nombre de mis paisanos por este reportaje.

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