martes, 3 de marzo de 2015

De puente a puente...


Hay dos maneras de ir andando desde Valdesotos hasta Tortuero. La primera atraviesa una senda que nace en la parte alta del pueblo, detrás de la iglesia, y se cuela entre dos cerros. Y la segunda sale del mismo sitio y  camina paralela al arroyo del Palancar, para luego cruzarle hasta en cinco ocasiones y adentrarse en un apacible pinar.




Como habéis comprobado, la ruta que hoy os propongo se adentra en tierras rayanas con Madrid, bañadas por el río Jarama y sus generosos afluentes, al menos este año.




A Valdesotos se llega por carretera desde Puebla de Valles, localidad a la que accedemos desde un cruce de la carretera de Tamajón. Estamos hablando de 40 minutos desde Guadalajara. Antes de llegar al pueblo, a mano izquierda, está el puente medieval incrustado entre las rocas, del que ya hemos hablado en alguna ocasión y que sirvió en su día para el rodaje de algunas películas. El pueblo está unos 3 kilómetros siguiendo la carretera. Os aconsejo coger de nuevo el coche y dejarlo en una explanada preparada para el esparcimiento junto al río Jarama, en la parte baja del pueblo.



Valdesotos es un pueblo empinado, modesto, en el que todavía pueden verse algunos restos de la arquitectura de pizarra. Su iglesia es pequeña con una torre roma y una vieja campana y se sitúa en la parte alta del pueblo, desde donde parte nuestra ruta.



De los dos caminos que insinuaba al principio, tomaremos el más largo, el que camina junto al arroyo Palancar. Es una ruta cómoda y con buen firme que nos llevará hasta Tortuero en una hora y media de caminata. Tened en cuenta que luego hay que volver por el mismo camino o por el que no hemos tomado, algo más corto pero menos agradecido, paisajísticamente hablando. En Tortuero nos indican sin pérdida.




No es fácil encontrar una ruta en la que durante más de media hora no dejemos de escuchar el agua. La sensación es agradable y relajante, los árabes ya supieron de las propiedades curativas para el espíritu de este sonido monótono, que acaba pasando inadvertido sin dejar de estar presente.
Hasta que bajamos desde el pueblo hasta el arroyo, caminamos por la ladera de la montaña. El río está a nuestra derecha. Encajonado entre rocas, baja sonoro y bravío tras las nieves de este invierno. La mano del hombre ha levantado una pequeña presa que aporta un tinte entre verde y azul en el paisaje ennegrecido por la pizarra.



Al bajar al valle, el arroyo comienza a zigzaguear y tenemos que vadearle hasta en cinco ocasiones, sin problemas. Después, el camino se introduce a mano izquierda en un pinar. El último incendio ha dejado una huella aún perceptible y abundan las calvas cenicientas de aspecto casi lunar, entre las motas de pinos.




Siempre tomando al pista de la izquierda, amplia y sombreada, nos dirigimos hacia Tortuero. Si tuviésemos que ir por carretera tendríamos que hacer más de 15 kilómetros salvando montañas. De esta manera apenas hemos recorrido la mitad.




Tortuero tiene un puente medieval que en la zona le conocen como puente romano, seguramente porque se construiría sobre otro anterior. El arroyo que baña el pueblo es el Concha y los vecinos han construido una piscina natural, sorprendentemente pintada de azul, en el curso del río. Tortuero es un pueblo silencioso y sencillo donde ponemos fin a nuestra ruta.



Al regresar a Valdesotos os recomiendo que os toméis unos torreznos en el Bar el Chorro. Manir Carmen y Mariano tienen también un buen chorizo y lomo de olla, huevos fritos de gallina de corral y morcilla de matanza. Si llamas por teléfono (606 243 656) preparan un rico arroz de encargo. Tienen buena mano.

1 comentario:

  1. Enhorabuena pedro y gracias por divulgar esta preciosa ruta que he hecho en algunas ocasiones. Te ha faltado comentar las minas de carbón, la casa del capataz y el crimen horrendo. Un abrazo

    ResponderEliminar