La Alcarria tiene rincones únicos. Andas y cada vallejo, cada
altozano, nos descubre un paisaje y un color de esta provincia. Hoy nos vamos a
acercar hasta Mantiel, a poco más de una hora y cuarto de Madrid y tres cuartos de hora de
Guadalajara, en pleno corazón de la Alcarria. Mantiel es un pueblo pequeño pero
desde el que se puede mirar hacia el horizonte hasta perderse la vista. Tiene
un mirador desde el que se ven las viejas y las nuevas “tetas” alcarreñas: las
de Viana a la derecha y las humeantes de la Central de Trillo, a la izquierda.
Mantiel cuenta también con un observatorio astronómico, el
empeño de un alcalde y de un grupo de entusiastas que han querido aprovechar el
mirador natural para dirigir la vista más arriba y ver las estrellas. Es decir,
si ahora con el buen tiempo apuramos la visita y dejamos que se haga de noche, disfrutaremos
de un viaje al espacio desde este balcón privilegiado. El observatorio se
visita los viernes y los sábados, siempre que el cielo lo permita. Os aconsejo
de todas formas que llaméis antes (949 357 476 y 620 331 704) o enviéis un correo
electrónico: observatorio@aytomantiel.es.
Pero como ya he dicho que la Alcarria es un dechado de
sorpresas y Mantiel forma parte de este universo, en el pueblo hay otro
observatorio: el del mundo de las abejas. “Donde hay luz no hace falta candil”
repite con frecuencia Julián, alcalde y
encargado de enseñar el observatorio apícola. Se trata de un pequeño museo y de
un aula práctica, separados uno de otro 200 metros. En el primero se aprende de
manera rápida y didáctica cómo se comunican las abejas, qué significan sus
movimientos en círculo dentro de la colmena, cómo elaboran la miel, cómo viven
y cómo mueren estos animales que necesitan recorrer 40.000 kilómetros (una
vuelta al mundo) para elaborar un kilo de miel y que tanto nos enseñan sobre el
comportamiento social y el trabajo en equipo.
Para las abejas no
importa el individuo sino la colmena. Todo lo que hace un individuo a lo largo
de su vida tiene como única finalidad ser útil al grupo. Su capacidad de
trabajo es ingente, los miembros de una colmena visitan 5.000.000 de flores en
un día para abastecer de alimento a la comunidad, y abarcan un radio de hasta 3
kilómetros de su casa.
Con juegos interactivos, audiovisuales y unos alegres paneles informativos, en Mantiel se puede disfrutar de este interesante museo que tiene su laboratorio práctico en un recinto situado a cinco minutos del pueblo. Allí, tras un gran ventanal, los visitantes ven a las abejas en pleno funcionamiento. Frente a las colmenas hay un campo sembrado de plantas aromáticas para alimentarlas donde se dan cita una larga variedad de especies (romero, espliego, tomillo…) perfectamente señalizadas con balizas para distinguirlas y aprender cuáles son los ingredientes que convierten a nuestra miel en la más valorada del mundo.
Un taller donde los visitantes pueden ver una colmena por
dentro repleta de abejas y donde se explica cómo se cosecha la miel. Para fijar la visita,que sólo cuesta 2 euros, llamad antes por teléfono (609 867 223 y 949 357 478).
Pero Mantiel da para más. Entre las muchas rutas de
senderismo que pueden realizarse alrededor del pueblo, con el azul del pantano
a nuestro lado, os propongo una sencilla, de apenas media hora de camino (2,3
km) por una pista perfectamente transitable.
Nos acercamos hasta Cereceda, por
el camino que lleva al observatorio, y allí nos detendremos en su humilde
iglesia románica, la más meridional de la provincia. Una joya en la que
destacan las figuras de sus canecillos, el arco porticado y su irregular ábside
de sencillos trazos.
De vuelta, en ir y volver apenas se tarda una hora,
habremos hecho hambre suficiente para disfrutar de la penúltima sorpresa del
día, nunca la última: la cocina de Rosario y Juan Carlos en el Centro Social de
Mantiel.
Esta pareja llegó al pueblo hace unos años desde el Corredor
del Henares con la idea de cambiar de vida y al mismo tiempo, y sin
pretenderlo, cambiar la de los vecinos del pueblo y de los alrededores. El
Centro Social de Mantiel no es un local al uso. Allí se pueden comer unos
escabechados de codorniz, chicharro o caballa hechos por la mano de Rosario,
espectaculares. Judías con liebre y perdiz, arroz caldoso, morteruelo, cocido,
buena carne a la brasa y unas sopas de las de antes. A diario tienen menú y los
fines de semana una carta casera, barata y más que recomendable. Todo ello se puede disfrutar, si
el tiempo acompaña, en la terraza del bar que no es otra que la plaza del
pueblo con vistas al monte. Vamos que Mantiel bien vale una visita. ¡Ah! Si queréis comer algo especial, llamad antes (949 357502).
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