martes, 24 de junio de 2014

Viaje a las carrascas centenarias


En la Oficina de Turismo de Cifuentes hace tiempo que organizan unas rutas de senderismo, Jornadas de Patrimonio las denominan, con las que pretenden dar a conocer el entorno del pueblo y de sus pedanías. Es una buena idea, la mejor si se quiere conocer el corazón de la Alcarria, el centro geográfico de esta provincia. El otro día compartí con ellos una de esas jornadas, un viaje que desde Oter nos llevó a conocer el pueblo de las carrascas milenarias: Carrascosa de Tajo. Un paseo de apenas tres horas (5,5 kilómetros), cómodo pero no facilón y muy didáctico. Una arqueóloga y un geólogo nos enseñaron a mirar el paisaje con otros ojos. Insisto, una buena iniciativa que continuará al año que viene, interesaos.



Oter es un pueblo pequeño con muchas huertas y un entorno natural privilegiado.  Es el único pueblo que conozco que presume de tener la campana de su iglesia más cerca del suelo que del cielo. En las casas hay señales sobre las puertas que nos hablan de su antigüedad. De su vega parte un camino, junto a una fuente y un lavadero, que nos lleva hasta Carrascosa, atravesando una pequeña sierra, La Sarrazuela, llena de sorpresas. El camino está bien señalizado, no tiene pérdida y es cómodo, pero no es fácil porque las sierras, por pequeñas que sean, hay que subirlas y en este tiempo el calor no es buen aliado.






Nada más dejar la fuente empezamos a subir repechos, y pronto también, comenzamos  a disfrutar de miradores privilegiados sobre el corazón de la Alcarria. Un consejo, siempre que uno se para en un mirador natural tiene que lanzar la vista a los cuatro puntos cardinales o se perderá parte del embrujo. En nuestra parada, Luisa y Enrique, los guías, nos enseñan a distinguir entre la piedra caliza de los primeros kilómetros y los cantos rodados que presagian una tierra más arcillosa. El camino que pisamos era una antigua vía medieval, hay quien dice que romana, marcada en los flancos por losas de piedra hincadas en el suelo, a modo de quitamiedos para los carros.






Caminando, disfrutamos de la sombra de las carrascas y los pinos, del olor del romero, del tomillo y de la salvia y del vuelo de águilas y buitres leonados. Al coronar un cerrete se ven las Tetas de Viana y varios barrancos como el Estrecho del Orao y el Barrancazo, que hacen las delicias de los cazadores. Nos enteramos entonces de que las Tetas son unos cerros testigo (como La Muela de Alarilla o el alto de Torija) que nos indican dónde se encontraba el nivel del agua antes de que esta tierra dejara de ser un mar. De ahí para abajo, fue la erosión de los ríos, del viento y del tiempo la que talló  estos valles tan hermosos que forman el paisaje único de La Alcarria.





Antes de descender, decidimos entre todos, y somos más de medio centenar, hacer un alto en el camino, tomar un tentempié y buscar una sombra donde relajarnos. Ya sentados, vemos trabajar a las abejas que, como nosotros, no paran de picotear, se hartan de libar entre las florecillas. En esta mañana de primavera están más activas que nunca.

Lo que nos queda es lo más fácil, bajar hacia la vega de Carrascosa. En esta ocasión no llegaremos al río Tajo, nos quedaremos en el pueblo disfrutando de su hermosa iglesia románica, vinculada durante siglos al monasterio de Santa María de Óvila, en las inmediaciones de Trillo. Un monasterio marcado por la desdicha, cuyo acceso, después de mucho pleitear, ha sido abierto por sentencia judicial contra unos propietarios que se empeñaban en vallar el campo, ¡qué manía!




Si os quedan fuerzas y tiempo es recomendable una visita a las cuatro carrascas centenarias: De la Cruz, De los Eros, Dehesillas y Valdigermo. A esta última, la más antigua, dicen que tiene más de mil años, nos acercamos antes de subir al pueblo y se nos abre la boca embobados y sorprendidos de sus proporciones. No tenemos tiempo de más, pero prometemos volver a Carrascosa y ver las otras tres carrascas, aquí os dejo una foto prestada de la que se conoce como Carrasca de la Cruz, y acercarnos al Tajo para ver el Molino, la antigua balsa que cruzaba a Morillejo y el puente romano.





Ahora toca acercarse, acompañados de Pablo, alcalde pedáneo, a recorrer el pueblo y a visitar una de las muchas bodegas particulares que hay distribuidas en las faldas de las laderas que rodean Carrascosa. En concreto, visitamos la bodega de Gerardo, que sigue festejando con los amigos buenas tardes de vino y viandas, e incluso una vez al año hace pan artesano en su horno para disfrute de todos.





Para comer os recomiendo ir a Cifuentes. Ni en Carrascosa ni en Oter hay restaurante. Por supuesto, es conveniente llevar dos coches y dejar uno a primera hora de la mañana en el final del trayecto, para regresar con prontitud si el hambre aprieta. Nosotros tuvimos la suerte de contar con los vehículos del Ayuntamiento de Cifuentes que llevaron a Oter a los conductores, cosas de los viajes organizados, para recoger los vehículos en el punto de partida.



¿Y dónde comer? En Cifuentes hay buenos y variados locales, hoy hablaré de La Esquinita. Se trata de un mesón con un lema claro: “Buen jamón y buena brasa indican buena casa”. Su mejor escaparate: el cerdo, al que sacan todo su provecho entre mediados de enero y la primera semana de abril en las jornadas gastronómicas del cerdo; y la brasa, que siempre garantiza una carne sabrosa, bien del somarro del cochino o de los corderos y cabritos de la zona. Además cuenta con una terraza fresca y apetecible en verano. Gachas y buenas ensaladas, según temporada. Un sitio agradable con menú para el que quiera, y buena relación calidad, precio. ¡Salud!

1 comentario:

  1. Gracias, Pedro, por participar en la jornada de patrimonio de Cifuentes. He incluido un enlace a tu blog. Un abrazo, Enrique
    http://patrimoniocifuentes.blogspot.com.es/2014/06/el-camino-de-oter-carrascosa-de-tajo.html

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